Esperar en Dios.
De alguna forma en algún momento de nuestra existencia, todos hemos esperado una respuesta ante una situación puntual; y en la mayoría de los casos no hemos obtenido una respuesta pronta, y esto nos ha llevado a caer en la desesperanza. Y el mayor problema de la desesperación es que muchos tomamos la decisión de actuar, resolver la situación bajo nuestro propio criterio, confiados en que tenemos la razón y lo peor del asunto es que nos volvemos sabios en nuestra propia prudencia, la cual es igual a nuestra misma ignorancia.
¿Cuántos estamos esperando algo en la vida? Salir de una crisis económica, restaurar una relación de pareja, ver un hijo libre de las drogas, poder tener un lugar seguro donde vivir, darle a sus hijos la mejor educación, poder salir a unas vacaciones con su familia sin necesidad se endeudarse, recibir un milagro de sanidad, casarse con el hombre o la mujer correcta, cumplir un proyecto personal.
Todos esperamos que algo suceda, y cuando no ocurre nada, entonces nos desanimamos, nos afligimos, tratamos de resolver a través de nuestras fuerzas, recursos o conocimientos, lo cierto es que pocos esperamos en Dios.
Salmo 37:7 "Guarda silencio ante el Señor y espera en él con paciencia.....". ¿Guardar silencio? ¡Que locura! ¡No es posible! ¿cómo hacer para silenciar nuestros pensamientos, para controlarlos? Podemos guardar silencio con nuestra boca para que las personas que nos rodean no vean nuestra angustia, pero algo difícil es silenciar nuestra mente, aprender a dominarla.Lo segundo que nos dice este salmo es: ¡espera en él con paciencia! Otro consejo difícil de poner en práctica. Muchos esperamos porque no tenemos otra alternativa, pero ¡hacerlo con paciencia!, allí está la diferencia entre el que espera en sus fuerzas y el que espera en Dios.
Esperar solos y esperar en Dios son 2 cosas totalmente diferentes, y la diferencia la hace nuestra constancia; ese levantarnos todos los días con la confianza que algo bueno sucederá, y caminar durante el día y ver que no llega la respuesta y esperar que caiga la noche y acostarnos con ese mismo anhelo de que mañana si será. Seguir observando como pasan los días, meses y quizás años y aunque todo pareciera continuar igual no es así, algo está sucediendo en el plano espiritual.
Las esperas en Dios también son duras, como dice una canción: "esperar en ti, difícil sé que es, mi mente dice no, no es posible, pero mi corazón confiado está en ti, tu siempre has sido fiel y me ha sostenido...
Aun en Dios nuestra mente dice una cosa diferente a lo que cree nuestro corazón, vivimos en un cuerpo que siente, que se preocupa por muy espirituales que seamos. Pero nuestra fe nos lleva a caminar sobre lo imposible, nos lleva a lleva a que le digamos a Dios: ¡aunque hoy mis ojos no vieron tu respuesta, sigo confiando en ti, solo necesito que me ayudes a sostenerme en pie hasta que decidas enviarme una respuesta!.
Todos quisiéramos a través de nuestras oraciones cambiar de inmediato las circunstancias, pero he aprendido a través de mi dolor que no es cuando yo quiera, es cuando él lo decida. Si fuera cuestión de fe, creo que Dios respondería ya sea por nuestra fe o lo haría por la fe de los demás. Pero creo que los milagros ocurren cuando estamos caminando en el tiempo de Dios, porque en su tiempo todo será perfecto.
Así que les animo a no darse por vencidos, vamos a aprender a gozarnos en Dios. Que el gozo del Señor se convierta en nuestra fortaleza y nos ayude a mantenerlos firmes mientras esperamos una salida a nuestra situación.
Ximena de Camacaro. Autora libro "el Desafío de Ser Mujer".
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