Lo imposible para el hombre, es posible para Dios.
En una oportunidad Jesús hizo la siguiente afirmación: "....En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡animense! Yo he vencido al mundo" Juan 16:33. En otras palabras nos dijo que -en la vida no todo es color de rosa-, hay momentos maravillosos como también momentos muy difíciles, pero lo importante es la actitud en medio de la adversidad.
Es muy fácil mantener una adecuada actitud cuando todo lo que experimentamos está dentro del rango de lo normal, un matrimonio estable, una situación económica buena, una salud normal, unos hijos buenos. Pero cuando algo sucede en cualquiera de estas esferas que mencioné, y comienzan a presentarse algunas variables, nos desestabilizamos. Reaccionamos de diferentes maneras, por el temor que nos produce un futuro incierto.
Volviendo a las palabras de Jesús "conserven el ánimo en la aflicción", nos parece contradictorio este consejo que recibimos. Y la pregunta es: ¿Qué tiene que ver el ánimo con las aflicciones? Tiene mucho que ver, porque cuando llegan las crisis hacen que nuestra esperanza vacile, que nuestra fe mengüe, sobretodo que perdamos el ánimo.
Es cierto, el desánimo es el primer sentimiento al que nos enfrentamos cuando nuestras vidas están siendo probadas. Es normal angustiarnos cuando nos enfrentamos a situaciones donde creemos que humanamente no podemos hacer nada, y evaluamos que quizás sea imposible lograr una solución. Es normal afligirnos cuando Dios trabaja en nuestras vidas a través de procesos, porque siempre esperamos una respuesta pronta de nuestro Señor. Es normal desmotivarnos cuando lo hemos intentado todo y todo sigue igual, no vemos una mejoría.
Lo que no es bueno y no puede ser normal es permanecer allí en esa actitud, porque cuando esto sucede empezamos a experimentar otra clase de sentimientos como la tristeza, la duda, nos damos por vencidos. Por eso Jesús nos aconsejo: ¡Cuidense de si mismos!, porque nuestras emociones pueden llegar a desestabilizarnos completamente en todo. Las emociones son ese timón que necesita nuestro barco (vida) para mantenernos en la ruta correcta.
Entiendo que en algunas oportunidades nos hemos enfrentamos a situaciones tan difíciles para las cuales no estábamos preparados, porque nadie se prepara para pasar por alguna aflicción, es por eso que cuando nos llegan esos momentos sentimos como que el mundo se nos vino encima. Hasta el más espiritual de los hombres cuando todo se sale de su parámetro de lo normal se desestabiliza.
Salomón lo dijo en Eclesiastés 3: "todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar; un tiempo para matar, y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir, y un tiempo para construir; un tiempo para llorar, y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto;....". Y es normal aceptar los buenos tiempos que nos llegan y frustrarnos ante las adversidades, pero debemos aprender a canalizar esos tiempos de crisis. Dios nos dio ese recurso para enfrentar esos momentos y es el "ánimo".
Lo importante es que aprendamos a fortalecernos emocional y espiritualmente en medio de la aflicción, que hagamos todo lo que está en nuestras manos para superar esos momentos, y allí donde sentimos que se nos acaban las fuerzas, que no vamos a poder con más, que necesitamos de una fuerza superior, es entonces donde Dios hará lo que nosotros no podemos realizar. Es entonces lo veremos manifestarse en todo su esplendor, donde veremos alargar su mano para sostener la nuestra.
Esto no quiere decir que tenemos un Dios que disfruta de nuestros sufrimientos, pero si es un Dios que trabaja en nuestro carácter, en nuestra fe, y las pruebas son el mejor aliado de nuestro crecimiento espiritual y emocional.
Cuando la palabra dice, "a los que amamos a Dios, todo nos ayuda a bien", es cierto. Si sabemos canalizar cualquier aflicción, todo ese dolor que ellas nos producen se puede convertir en un escalón para descubrir talentos escondidos; esos momentos se convertirán en experiencias enriquecedoras para todos. Recuerda cualquier aflicción por la que pasemos, puede ser el inicio de nuevas oportunidades para nosotros.
Ximena de Camacaro. Autora de "Escuchando el informe de Dios en medio de la dificultad".
En una oportunidad Jesús hizo la siguiente afirmación: "....En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡animense! Yo he vencido al mundo" Juan 16:33. En otras palabras nos dijo que -en la vida no todo es color de rosa-, hay momentos maravillosos como también momentos muy difíciles, pero lo importante es la actitud en medio de la adversidad.
Es muy fácil mantener una adecuada actitud cuando todo lo que experimentamos está dentro del rango de lo normal, un matrimonio estable, una situación económica buena, una salud normal, unos hijos buenos. Pero cuando algo sucede en cualquiera de estas esferas que mencioné, y comienzan a presentarse algunas variables, nos desestabilizamos. Reaccionamos de diferentes maneras, por el temor que nos produce un futuro incierto.
Volviendo a las palabras de Jesús "conserven el ánimo en la aflicción", nos parece contradictorio este consejo que recibimos. Y la pregunta es: ¿Qué tiene que ver el ánimo con las aflicciones? Tiene mucho que ver, porque cuando llegan las crisis hacen que nuestra esperanza vacile, que nuestra fe mengüe, sobretodo que perdamos el ánimo.
Es cierto, el desánimo es el primer sentimiento al que nos enfrentamos cuando nuestras vidas están siendo probadas. Es normal angustiarnos cuando nos enfrentamos a situaciones donde creemos que humanamente no podemos hacer nada, y evaluamos que quizás sea imposible lograr una solución. Es normal afligirnos cuando Dios trabaja en nuestras vidas a través de procesos, porque siempre esperamos una respuesta pronta de nuestro Señor. Es normal desmotivarnos cuando lo hemos intentado todo y todo sigue igual, no vemos una mejoría.
Lo que no es bueno y no puede ser normal es permanecer allí en esa actitud, porque cuando esto sucede empezamos a experimentar otra clase de sentimientos como la tristeza, la duda, nos damos por vencidos. Por eso Jesús nos aconsejo: ¡Cuidense de si mismos!, porque nuestras emociones pueden llegar a desestabilizarnos completamente en todo. Las emociones son ese timón que necesita nuestro barco (vida) para mantenernos en la ruta correcta.
Entiendo que en algunas oportunidades nos hemos enfrentamos a situaciones tan difíciles para las cuales no estábamos preparados, porque nadie se prepara para pasar por alguna aflicción, es por eso que cuando nos llegan esos momentos sentimos como que el mundo se nos vino encima. Hasta el más espiritual de los hombres cuando todo se sale de su parámetro de lo normal se desestabiliza.
Salomón lo dijo en Eclesiastés 3: "todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar; un tiempo para matar, y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir, y un tiempo para construir; un tiempo para llorar, y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto;....". Y es normal aceptar los buenos tiempos que nos llegan y frustrarnos ante las adversidades, pero debemos aprender a canalizar esos tiempos de crisis. Dios nos dio ese recurso para enfrentar esos momentos y es el "ánimo".
Lo importante es que aprendamos a fortalecernos emocional y espiritualmente en medio de la aflicción, que hagamos todo lo que está en nuestras manos para superar esos momentos, y allí donde sentimos que se nos acaban las fuerzas, que no vamos a poder con más, que necesitamos de una fuerza superior, es entonces donde Dios hará lo que nosotros no podemos realizar. Es entonces lo veremos manifestarse en todo su esplendor, donde veremos alargar su mano para sostener la nuestra.
Esto no quiere decir que tenemos un Dios que disfruta de nuestros sufrimientos, pero si es un Dios que trabaja en nuestro carácter, en nuestra fe, y las pruebas son el mejor aliado de nuestro crecimiento espiritual y emocional.
Cuando la palabra dice, "a los que amamos a Dios, todo nos ayuda a bien", es cierto. Si sabemos canalizar cualquier aflicción, todo ese dolor que ellas nos producen se puede convertir en un escalón para descubrir talentos escondidos; esos momentos se convertirán en experiencias enriquecedoras para todos. Recuerda cualquier aflicción por la que pasemos, puede ser el inicio de nuevas oportunidades para nosotros.
Ximena de Camacaro. Autora de "Escuchando el informe de Dios en medio de la dificultad".
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