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EL TIEMPO DE DIOS

Todos en alguna oportunidad hemos sentido que nos faltó tiempo para hacer o decir algo ¿verdad?. Pero sabe cuando meditamos en esto, el día que sentimos que este se nos escurre entre los dedos, el día en que tal vez recibimos una mala noticia: ¡no queda mucho tiempo!, ¡el tiempo se agota!. Es allí dónde muchos quisiéramos devolverlo, hacer las cosas correctamente, enderezar muchos de nuestros caminos, tener una nueva oportunidad.

Y en esos momentos de reflexión decimos: ¡perdimos nuestro tiempo!, ¡si tuviera más años de vida haría esto o aquello! Siempre he pensado que si no ocurre un cambio de consciencia volveremos a cometer los mismos errores.

La verdad es que en ocasiones nos creemos el dueño de nuestro tiempo, y es así como algunos lo desperdiciamos y  dejamos que se nos pasen grandes oportunidades en la vida creyendo que las podemos recuperar. Otros no lo sabemos invertir, se pasan los días y cuando se da una mirada atrás, reflexionamos que ya es tarde para muchas cosas que anhelamos en nuestros corazones.

Solamente cuando sucede cosas en nuestras vidas como una enfermedad en dónde no sabemos si es el fin de nuestro tiempo en la tierra, es que entramos a valorar lo bella que es la vida, las personas tan especiales que Dios ha puesto a nuestro alrededor, las oportunidades que hemos desaprovechado todos y comenzamos a clamar por tiempo.

Es allí en los momentos difíciles donde suceden grandes encuentros con Dios. Es allí en ese tiempo dónde desnudamos nuestros corazones, hacemos preguntas y encontramos respuestas, nos impacientamos pero recibimos paz, nos afligimos y encontramos consuelo, nos caemos pero de nuevo nos levantamos. Es en este tiempo donde muchas veces encontramos el sentido de nuestra existencia, donde logramos descubrir nuestro propósito de vida. Salomón lo dijo en Eclesiastés 3:1 "Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: 2 Un tiempo para nacer, y un tiempo para morir; un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar;....."

Para muchos, su mejor tiempo fue el día en que lograron concretar un proyecto económico (casa, carro, empresa), porque medimos lo mejor siempre desde el punto de vista material. Por experiencia propia mis mejores tiempos han sido cuando he estado a punto de perder todo (vida, posesiones, familia), porque todas esas situaciones me han llevado a un tiempo de reflexión en donde he podido valorar las personas que me rodean, hacer un mejor uso de las posesiones que tengo, y anhelar una vida en abundancia. Allí he visto el amor y la misericordia de Dios y he analizado la terquedad de hubo en mi corazón.

Nuestro tiempo está en las manos de Dios. Que difícil es ver como transcurren las horas, los días, las semanas, los meses y quizás los años esperando que algo ocurra y nuestros ojos no lo ven. Que difícil es esperar el tiempo de Dios para lo que El quiera hacer. Que difícil esperar el tiempo de Dios para nuestro milagro.

En ocasiones, quisiéramos a través de una sencilla oración tocar la voluntad del Señor y pedirle que su tiempo se acerque, que cambie, que se manifieste. El salmista lo dijo: "éste es el día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él" salmo 118:24, y clamamos por ese día, porqué sabemos que cuando nuestro tiempo concuerde con el de Dios, ese día ocurrirá un milagro.

Si tu situación no es fácil, todos los días vamos a decirle a Dios: "este es el día en que vas a actuar", y enseguida vamos a cambiar nuestra actitud, vamos a gozarnos, a regocijarnos hasta que llegue la respuesta. Muchos pensarán es fácil para ella decirlo, porque quizás no esté pasando por algo difícil, pero les diré algo: día tras día también estoy esperando EL TIEMPO DE DIOS PARA MI SEGUNDO MILAGRO. 

Ximena de Camacaro. Libro "ESCUCHANDO EL INFORME DE DIOS". 




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